Era de noche y sin embargo llovía

Era de noche, y sin embargo llovía. Parecía inexplicable con aquella luna llena.
Y es que esta noche podía ser el fin del país de Nuncajamás.

Todo comenzó mas allá de las nubes cuando un día cansado de esperarles fue en busca de los niños. Y el mundo que encontró nada tenía que ver con la última vez que lo visitó de manos de un tal Robbin Williams. Los niños querían crecer a toda costa, el otrora terrorífico Drácula huía de un tal Van Helsing mientras Blade mataba a todo vampiro existente. Vió como los héroes fantásticos nada tenían que hacer frente a los X-men, incluso nuevos personajes venidos de mas allá de las estrellas evolucionaban en horribles aliens y combatían a los humanos, los cuales en lugar de acudir a él, recurrían a Supermanes, Batman y Hellboys de turno que eliminaban demonios y zombies cada vez mas sofisticados. Vió como los niños preferían a un ogro que habitaba una ciénaga; descubrió como le echaban de sus sueños a cambio de pokemons con poderes superespeciales y sobre todo lo que mas le enfureció fue un niño de nombre Harry que volaba sobre una escoba. Definitivamente se habían olvidado de él.
Entonces decidió visitar a Sherlock Holmes y le encargó que intentara hallar la causa del por qué tras Wendy ya no hubo nadie mas. Y como no podía esperar menos del mejor detective, éste le dio la respuesta. El culpable de todo era el tiempo, que J.M. Barrie, el padre de Peter Pan, mantenía prisionero. Desconocía que era el tiempo, ya que su padre nunca le habló de el. Sherlock le dijo que era aquel reloj que sonaba en el interior del cocodrilo que Garfio odiaba tanto. En su investigación Sherlock averiguó que Wendy fue un intento de acercar los humanos a Nuncajamás pero que fracasó porque ella prefirió crecer y escapó del cuento. Esto desanimó mucho a Barrie y dejó al país en el olvido, mientras los personajes de otros cuentos conocían el tiempo e iban adaptándose a el a medida que pasaba.
Asistía a la explicación mientras Sherlock no paraba, con la elemental atención de Watson, de descubrirle todas las ventajas y desventajas de poseer el tiempo. Una vez le agradeció sus servicios tenía claro que por muchas desventajas que le enumerase tendría que conocerlo. Camino de regreso recordó que se le había olvidado preguntarle sobre la muerte, tampoco sabía lo que era pero seguro que no sería tan mala como la ausencia del tiempo.
Así que reunió a todos en el viejo tronco y les contó lo que Sherlock le había dicho. La eternidad al escuchar aquello quiso evitarlo pero ya era demasiado tarde, siiii! tarde! observándolos desde lo alto de la calavera comenzó a desintegrarse! El tiempo sin que ellos lo supieran estaba invadiendo ya su país.
Intentaron en vano quitarle el reloj al cocodrilo, pero entonces sintieron algo que no habían sentido nunca, Peter Pan les metía prisa, no tenía tiempo que perder. Esto no les gustó y decidieron que el tiempo solo les traería problemas. Peter Pan enfadado con ellos desoyó los consejos de Campanilla y dispuesto a no perder un minuto discutiendo les abandonó y allá que fue, ilusionado ante la posibilidad de crecer junto a los niños, en busca de quien pudiera proporcionarle el tiempo.
Y he aquí toparon con una escritora, G. Mc Caughrean, que supo escucharle y estaba dispuesta a ayudarle a llevar el tiempo a Nuncajamás. Lo primero que hizo fue cambiar el verde de Peter por un rojo escarlata, el cambio es tiempo y el tiempo comenzaba a pasar. Había que cambiar rápido, llamar la atención de los niños, porque estos crecían rápidamente y no había tiempo que perder. La competencia era mucha y evolucionaba constantemente con el tiempo; si Nuncajamás quería no verse aislada y marginada debía formar parte del tiempo, crecer y… y morir.

Aquella noche iba a ser muy importante para Peter Pan.
Era de noche, y sin embargo llovía… Campanillaaa!! deja ya de llorar!!

¿Es bueno o malo el tiempo? ¿Quién querría vivir para siempre en el país de Nuncajamás?

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