Las palabras vuelan, lo escrito permanece

.- Las palabras vuelan, lo escrito permanece. Verba volant, scripta manent. Bien sigamos… L. Catilina, nobili genere natus, fuit magna vi et animi et corporis, sed ingenio malo pravoque. Huic ab adulescentia bella intestina, caedes, rapinae, discordia civilis…

Las palabras vuelan… y volaban en su pensamiento hasta perderse por los confines de la distracción.
Siempre antes de que el Grammaticus llegara al aula buscaba el lugar de más penumbra para llevar a cabo lo que más le gustaba, soñar con el futuro. Algo que le acarreaba no pocas burlas y enemistades entre compañeros y familiares cuando contaba sus, a juicios de ellos, absurdos sueños. “Todo lo que puedas imaginar te lo conceden los dioses a través de Roma” Le reprendía el Grammaticus.
Sin embargo desconocían el verdadero origen de todas aquellas leyendas. Allí estaba, puntual como corresponde a toda esclava fiel a su condición. De nombre Helena, debía de pertenecer a noble familia dada su gran cultura, pero nadie conseguía ubicar su origen. Hablaba el latín así como el heleno y desconocidas lenguas bárbaras.
Lo único que sabía de ella era lo que le contó su padre cuando la llevó a casa; al parecer la halló semiinconsciente en una especie de cráter humeante a su regreso de la campaña contra los bretones. Y el cesar se la concedió como botín de guerra. Su padre, ante la desaparición de su mujer, raptada desde los cielos por monstruoso artefacto, seguramente enviado por los dioses, vio en ella un complemento ideal que le librara de las funciones de madre que por su condición militar no podía, ni debía ejercer si no quería ser víctima del escarnio público. Así que mientras hallaba esposa, Helena se encargaría de la custodia y atenciones de su hijo.
Con el tiempo la relación entre el joven y la esclava fue in crescendo. Él estaba fascinado ante la cultura que aquella esclava poseía. Le hablaba incluso de que el mundo era como una gran esfera que junto a otras esferas formaban la galaxia. Tenía una imaginación que sobrepasaba la de cualquier sabio mas sabio de la época, y aquello era demasiado para él.
Las clases a las que acudía le parecían casi insultantes a su inteligencia ya que conocía cosas que sonrojarían al mismo tribuno al descubrir su ignorancia. De ahí que aquella mañana y aprovechando una nueva ausencia de su padre que partió junto a las legiones hacia la frontera, en lugar de acudir a clase decidiera aceptar la propuesta de ella y seguirla hasta un lugar secreto. A la pregunta que le hizo el joven de por qué no había intentado, con los poderes que poseía, escapar antes, le respondió que era fiel a su señor y tenía que cumplir una misión siendo este día era el indicado para ello.
El joven alucinó cuando de lo que parecía era una pulsera de cuero, tras tocarla ella, centellearon unas luces y un intermitente sonido comenzó a sonar. Entonces siguiendo una ruta invisible el sonido iba aumentando de frecuencia y rapidez hasta que llegados a un punto ella volvió a tocar aquella pulsera y luces y sonido desaparecieron.
.-¿Telefonum? – Balbuceó tímidamente el joven –
.- No – Respondió ella – Eso es otra cosa. Apartaros por favor
Y comenzó a excavar en aquel punto donde se detuvo el sonido hasta que toparon con algo. Ella tiró con fuerza de lo que resultó ser una especie de bolsa con objetos dentro.
De pronto la emoción comenzó en el joven a transformarse en miedo ante la serie de acontecimientos demasiados extraños que estaban sucediendo.
Ella se percató e intentó calmarlo, hablándole de forma que dejó aún mas perplejo al joven al verla arrodillarse ante él.
.- No temáis Señor, ya puedo desvelaros mi misión aunque supongo que la sabríais antes incluso que yo misma. Perdónanos nuestros pecados y nuestra osadía de haber llegado a descifrar los códigos del Arca.
El joven, asustado sin saber que decir ante aquella situación asintió con la cabeza temiendo llevarle la contraria. Y ella prosiguió.
.- Lo sabía Señor, sabía que no nos abandonarías. Hoy, 24 de diciembre necesitamos tu regreso. Somos unos pocos los que no creemos en el dios humano y seguimos creyendo en ti Jesús. Conseguí un transportador, debemos partir antes de que sea tarde y el terminator os encuentre.
En ese instante cuando ella se disponía a poner otra pulsera igual en la muñeca del joven éste dijo con la voz temblorosa.
.- No me llamo Jesús, y antes de que sigas hablando debo decirte que me estás asustando y no entiendo nada de lo que me dices – Echando a correr posteriormente.
Entonces ella le persiguió campo a través gritándole mientras tanto. - ¿Cómo os llamáis entonces? ¿Quiénes sois?.
.- Me llamo Bryan! – Dijo el asustadizo joven sin dejar de correr.


En ese momento sobre ellos una estrella se dirigía a toda velocidad hacia Oriente.

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