Nunca supe que sabía a lo que había venido

Nunca supe que sabía a lo que había venido, pero su mirada me lo dijo nada mas verle.
Hacía tiempo que ya no era el mismo, aquellas alocadas carreras y saltos que daba nada mas verme llegar ya no podía hacerlo, era un quiero y no puedo que me rasgaba las entrañas, y que me hacía abrazarlo con fuerza.
Aún recuerdo cuando apenas podía acercarme a él, lo conocí recién cumplido el año y ya albergaba un ímpetu enorme y un fuerte carácter. El tiempo me hizo ir conociéndolo y tras esa fiereza descubrí enorme ternura, fuimos adquiriendo confianza mutua hasta crear esta relación en la que seguro me ha dado siempre mas a mi que yo a él, hasta incluso su propia vida.
El no entendía de la caza como un concurso, ni de problemas sociales ni atracos, simplemente de reacciones ante el peligro, y aquella ocasión se interpuso entre aquel disparo y yo.
Es increíble, quería nada mas recibir los primeros auxilios volver como si nada hubiera pasado, a disfrutar de la vida, pero su cuerpo ya no respondía a esa voluntad, su agonía no le vencía, pero si hacía permanecer en su lecho.
Habían pasado ya unos dias desde aquel fatídico instante, y la impotencia en ambos iba en aumento; cuando recibí la noticia de la clínica.
Sí, sabía a lo que había venido. Dócilmente subió al coche y partimos rumbo al parque veterinario, de alguna forma sabía que era nuestro último viaje juntos, aunque intentaba decirle con caricias y la mirada que ningún otro ocuparía su lugar porque siempre seguiría en el.
Nos separaba por primera vez una cerca metálica, iban a sacrificarte, una bala humana de la sinrazón selló tu destino, así, sin mas. Ato te puse, porque mi sobrino te confundió con un gato. Ato, gato, esa manía nuestra de poner nombre a todas las cosas y seres, pero que nombre le ponemos a quienes apalean un asno, queman perros, decapitan pollos ? y la lista es interminable…
No podría explicartelo, no sabría como.
Lo siento amigo, te voy a echar mucho de menos

Comentarios

Entradas populares de este blog

Una letra

Una enorme sonrisa