Si cruzas puede que no volvamos a vernos

Si cruzas, puede que no volvamos a vernos…
Proféticas palabras las suyas. Fue todo tan rápido que apenas le dio tiempo mas que abrir apresuradamente la puerta del coche y salir ya en balde pues aquel vehículo giraba a toda velocidad perdiéndose de vista con él en su interior.
El sueño volvía de nuevo, una vez mas desde entonces revivía aquel instante, y siempre, siempre se torturaba pensando que podía haber hecho mas.

Todo sucedió aquel fatídico día....

No había sido la primera vez que discutíamos, y esperaba que no fuera la última, sus ideas políticas no las compartía pero al menos a diferencia de con su padre con él si cabía el diálogo.
Últimamente le notaba mas tenso de lo normal, llevaba varios días estudiando unos documentos de los que solo acertaba a decirme que la paz podría estar cerca, y aquella noche, madrugada mas bien, me llamó para que fuera a recogerle. Con cualquier otro hubiera buscado cualquier excusa pero con él no había escapatoria, tenía ese don de persuadirme de que lo que fuera merecía la pena.
Apenas nos saludamos, mi perplejidad nada mas verle dio paso a la certidumbre de que se hallaba en lo cierto y no había mas explicación, era esa mirada de convencimiento y la felicidad del trabajo bien hecho hizo el resto. Conduje sin saber aún hacia donde nos dirigíamos, me limitaba a seguir sus indicaciones y sin querer distraerle de su repaso a una serie de folios escritos a mano y por lo que podía observar, con cierta prisa, mantuve silencio hasta que llegamos.
Fue entonces cuando me di cuenta de que nos hallábamos en plena boca del lobo, y le pedí explicaciones en vano de que era lo que nos había llevado hasta allí. Tan pendiente estaba de desvelar lo que se traía entre manos que no caí en aquel vehículo que nos seguía a cierta distancia desde que partimos de su casa.
Detuve el coche al otro lado de la calle, frente a la sede de aquel partido, y fue en ese momento cuando le advertí que si cruzaba podríamos no vernos mas queriéndole hacer desistir de seguir adelante, pero me calló diciendo que era un país libre.
Bajó del coche y todo transcurrió en apenas segundos, el chirrido de unas ruedas, aquellos tipos que rapidamente le introducían en el vehículo y como este desaparecía velozmente de vista.
Mi hermano había sido secuestrado y a mis padres lejos de aquí, una llamada les despertaba al día mas amargo de sus vidas.
Desde ese instante un plazo y una amenaza eran nuestras únicas medidas de tiempo, manecillas de esperanza e incomprensión.

En algún lugar un encapuchado pasaba eternas horas en un pequeño habitáculo en total aislamiento, una técnica de tortura para que meditara sobre su soledad e impotencia, pasando hambre, sed y cansancio que iban venciendo su resistencia física pero en ningún momento sus principios.

Ha pasado tiempo, aquellas manecillas de esperanza fueron tornándose en puñales de desesperación que atravesaban el dolor, angustia que en lo mas profundo del corazón era lágrima seca, vacía, en donde la entereza y el odio pugnaban por llenar un espacio que ya nadie ocuparía.
Y tras la mampara, irracionales, sonriendo ignorantes de que ya nunca serían héroes sino asesinos.

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