Una lágrima se asomaba a sus ojos verdes

Una lágrima se asomaba a sus ojos verdes, no podía contenerla, de pie sobre el muelle contemplaba el horizonte desafiando la galerna que azotaba la mar. No pudo seguir en casa un momento mas, pegada a la radio intentando una y otra vez contactar, esperando que una voz rompiera el silencio que obtenía por respuesta. Ya había pasado por noches así pero siempre conseguía sobreponerse a ellas a través de intermitentes comunicaciones que le daban tranquilidad; aunque con la mar ese concepto no existe. Pero este silencio… el último parte fue ya hacía varias horas, poco antes de que escuchara aquel trueno que presagiaba lo peor. Acudió a la lonja como de costumbre donde encontró idéntica preocupación de los rostros de quienes esperaban noticias alentadoras. Nadie conseguía vencerla, pero todos la camuflaban en un vano intento de darse ánimos. El tiempo empeoraba a medida que la noche avanzaba, e intentaba encontrar algo a que asirse en cada mirada, en cada gesto que llenara de esperanza el verde de sus ojos.
Entonces llegó el momento menos esperado cuando aquel hombre apareció por la puerta, su presencia transmitía siempre inquietud y una animadversión hacia él aunque reconocían lo necesario de su presencia. Cuando empezó a nombrar a quienes aún no habían llegado a puerto, uno a uno fueron confirmando la ausencia de quienes faltaban por llegar, y recogiendo aquel formulario que nadie quería llegar a tener que rellenar. Pero alguien llamó su atención, había permanecido todo el tiempo allí, anhelando oír las mismas buenas noticias, sufriendo idéntica desesperación ante la falta de ella, mas no había abierto la boca en todo momento, ni había cogido el formulario ni respondido por ninguno de los nombres que iban diciendo. Permanecía en aquel rincón abrazada a dos pequeñines que parecía fueran sus hijos.
Un fuerte golpe de viento empujó la ventana contra el muro provocando un ruido que la devolvió a su angustia marchando desde allí hacia su casa para intentar comunicar con el barco a través de la radio. La luz empezó a parpadear hasta que marchó del todo, el reloj parecía detenido de lo lento que avanzaba y el silencio de la radio junto con la oscuridad reinante le asfixiaba. Decidió enfrentarse al temporal y esperar que la misma mar le diera aquello que deseaba obtener, la respuesta esperada.
Y entonces la vio de nuevo, escondida entre los contenedores y mas allá refugiados bajo un viejo bote a los niños. Definitivamente no pertenecía al pueblo, pensó. A quien podía estar esperando entonces desafiando aquel tiempo ? Y sobre todo como no dejaba a los niños en casa ? O no tenía casa ? Absorta estaba en sus pensamientos que no se percató de que una luz se abría paso entre las olas. El murmullo de los demás que se acercaban al muelle le hizo detenerse cuando se dirigía hacia aquella mujer y girar la vista hacia el mar llenando su rostro de una alegría inmensa y uniéndose junto a los demás en múltiples abrazos; aún tuvo tiempo para observarla y ver que ya estaba junto a los niños separada unos metros del resto. Entonces vio como giraba la cabeza y le miraba en un gesto de complicidad y de deseo de que todo tuviera un final feliz.
La llegada de la flotilla a puerto desviar su atención de nuevo hacia el muelle donde corrió en busca de a quien esa noche amaba mas que nunca. Esa noche en cada beso, en cada abrazo, todos se habían amado mas que nunca, ante la posibilidad de no haberse podido decir nunca mas te quiero.
.- Que es eso cielo ? le preguntó ella a él.
.- Ah unos ataúdes improvisados. Unos polizones que encontramos en la bodega, debieron morir congelados, parece que debían tener familia aquí.
.- Aquí ? dijo ella temiéndose lo peor.
.- Sí, - dijo él - le encontramos en su bolsillo la foto de una mujer con dos niños y una carta remitida desde aquí en donde le instaban a venir ya que había encontrado trabajo en una localidad cercana del interior. Debieron subirse en aquel puerto africano. Jolín como no tenemos bastante con la tormenta encima ahora tener que rellenar el papeleo en Inmigración. Ah te dieron el formulario ?
.- Sí – dijo ella aún abrazada a él –
.- Pues trae que lo rompa que no quiero mas papeles! Ya estoy en casa! Sabes ? Menuda galerna, apenas pudimos……

Y marcharon a casa. El contando su batalla contra el mar, ella escuchándolo apoyada en su hombro, y sin que él se diera cuenta dirigiendo su mirada hacia aquella mujer que junto a sus hijos, en un llanto silencioso, contenido, a escasos metros de un par de ataúdes custodiados por la policía, oculta en la clandestinidad lloraba a sus padres fallecidos.
El brillo de una lágrima surgida de aquellos ojos negros iluminó la noche.

Comentarios

Laura Luna ha dicho que…
Menuda postal marítima tan bella y melancólica... Es un escrito como tu manera de ser: profundizas en todo, en cada detalle, y sacas de todo el lado más sensible, como lo haces con el mar y esta pareja... :D

¿Nadie comentó este relato? Qué mal...

Besos marinos,
Mun
Maria Luz Garaboa Rios ha dicho que…
Yo comento que a mi tambien me encandilo tu relato con sus lagrimas tan vivas..

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